Reflexiones desde un pozo interminable...

A pocas horas de irme de mi hogar, reflexiones invaden mi mente y cuestiono cada decisión que he tomado a lo largo de mi corta vida. ¿Estaré en el camino correcto? ¿El rumbo cambiará? ¿Y si hubiese hecho otra cosa?

Los demás siempre han emitido, y seguirán haciéndolo, una opinión de cada acto que hagamos. Algunos estarán de acuerdo, el resto hará lo posible para hacernos cambiar de opinión; sin embargo, de uno depende por qué cosa optar y cuál dejar, puesto que la vía forjada es para uno mismo, y nada más (Le falla la señal a la televisión. Ni modo, la novela no se disfruta). Eso sí, hay que recodar que, a pesar de llevar la contraria en una idea, nos gusta hacer saber qué decidimos. ¿Ego? ¿Reconocimiento? Un poco de ambas. Admitan, somos humanos.

Desde hace muchos años quería irme de intercambio. En los primeros días en la Universidad, divisé la pancarta en cafetería que anunciaba la posibilidad de ir a estudiar en otro lugar, sea dentro y fuera del país. Me había emocionado tal posibilidad y véanme aquí, escribiendo unas palabras para calmar mis nervios antes de ir al aeropuerto, donde una nueva aventura comenzará y que, inevitablemente, me hará cambiar. ¿Será para bien o para mal?

Tengo mucho miedo. Es una sensación asfixiante y placentera al mismo tiempo. Incertidumbre a lo que pasará y las situaciones que debo sobrellevar; emoción hacia lo desconocido y las aventuras venideras; acongojamiento por dejar a los que amo. No me iré para siempre, pero la chica que conocieron dejará de ser la misma. Todos los días algo de nosotros muere y renace, ¿no lo creen?

Hace poco tiempo salí a tomar una fotografía de mi ciudad. Poco antes estuve a punto de llorar por razones que no mencionaré, pero el clima frío me permitió calmarme. Estaba caminando por las calles donde jugaba, que me vieron crecer y que fueron testigo de mi infancia, muy afortunada en varios aspectos. Me sentí en casa, protegida; contrastando con la incertidumbre que me embriaga. ¿Melancolía?

Se tienen muchas expectativas del futuro en mi nueva casa, en mi nueva escuela, en mis nuevos compañeros y en los nuevos aires que respiraré. Se han escuchado historias de aquella ciudad; relatos que nutren la imaginación y los deseos de conocer lo desconocido, cuentos que asustan y nos limitan las ganas de ir. Una vez leí que en la vida se debe arriesgar para conseguir algo y que jamás se pierde, sólo se aprende una lección. Levanto la mano y acepto mis responsabilidades, me arriesgo a ir a un terreno bueno y malo, alegre y peligroso, culto e indiferente… ¿Así es en cualquier lado, no?

(Haha, alguien acaba de decirme “mami” porque me admira y respeta… me alegra saber que una persona me considera así, me anima bastante) Tengo muchos sueños que quiero cumplir cuando llegue. El primero, obviamente, es estudiar, nutrirme en las aulas de dicha institución y tener más conocimientos de los que ya poseo, me encanta sorprenderme día a día, sea por textos o personas; el segundo es conocer la ciudad -y alrededores-, reconocida mundialmente por su patrimonio mexicano y comprender la historia de mi país desde un ángulo pocas veces explorado a causa de mis barreras geográficas; y el tercero es llegar a ver a ciertas personas que viven por esos rumbos (Me reservo los nombres, aunque pueden darse una idea de quiénes se tratan), al igual que hacer nuevos amigos, porque adoro las miradas y sonrisas de las personas, esos dos rasgos me permiten “ver”, los considero ventanas al alma. ¿Cumpliré tales metas?

Extrañaré a varios, eso no lo duden. No veré a mis amistades por un largo tiempo y mi universidad la pisaré hasta a mediados de año. Pero, sobre todo, no escucharé los gritos de mi hermana y hermanitos cuando éstos me vienen a visitar, no veré los ojos rojos y cansados de mi papá en las ocasiones que viene, tampoco escucharé los consejos de mi abuelo, ni las observaciones de mi tío al detectar errores en las películas y… no sentiré los abrazos de mi mamá cuando requiero un alivio. Es la primera vez que me alejo de mi familia por una larga temporada, sé que eso será un golpe duro y, es probable que dichas ausencias me calen hasta el fondo. Esto me hará crecer, madurar y ver la vida bajo otra perspectiva. Como siempre digo, el aprendizaje no termina.

No es para siempre, pero es como si lo fuera… Señores y señoras, me voy. Una tijuanense va a chilangolandia.

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A partir de hoy, utilizaré el blog como una plataforma de mis vivencias en este intercambio; asimismo, de colocar fotografías, cuentos cortos, pensamientos y cualquier manifestación que me permita decir algo más. No dejaré deviantArt, habrá cosas que comparta entre los dos y en ocasiones exclusivas.

Gracias por leerme y bienvenidos a mi mundo =)